LAS ISLAS DEL SENA
Las islas que se encuentran en el interior del Sena componen otra zona de atracciones para el visitante. Ile de la Cité es el sitio más antiguo de París. En su interior se encuentran algunos de los sitios más representativos de esta hermosa ciudad. El Concergierie es un hermoso palacio destinado durante la Revolución a salvaguardar a los prisioneros hasta el momento de su ejecución en la guillotina. Sainte- Chapelle es una magnífica obra gótica del año 1248 cuya principal característica es el color y la luz que se filtran a través de sus 15 vidrieras elevadas, construidas como un caleidoscopio en colores rojo, azul, oro, verde y malva que forman escenas religiosas asombrosamente hermosas. Sus altas torres de 15 m de altura, están coronadas por una especie de espinas talladas en piedra que representan las espinas que Cristo llevó en su cabeza.
Alrededor de Sainte-Chapelle, en tiempos remotos, los orfebres frecuentaban la zona, razón por la que esta calle se conoce como Quai des Orfevres.
París no se concibe sin la imagen de Notre-Dame, obra maestra de la arquitectura gótica y medieval. Su construcción se inició en 1163 y llevó 170 años concluirla. Su impresionante nave de estilo romano están rodeada por columnas y torres góticas que se coronan con esculturas de imágenes claramente medievales. La luz, que tanto encanta a los franceses juega un papel central en esta preciosa construcción y se filtra por los grandes rosetones para ofrecer en los atardeceres un espectáculo cercano al cielo. A un lado de esta magnífica obra, se ha desarrollado el Museo Notre-Dame, destinado a recoger la historia y tradición de la célebre basílica que inspirara la más conocida obra de Víctor Hugo.
Ile Saint-Louis es la otra isla que alberga el Sena. Tiene una gran diferencia con Ile de la Cité al conservar un carácter menos religioso y más pagano con sus hoteles, restaurantes y bares en donde la vida se goza ampliamente. Habitualmente es zona de gente poderosa que goza de la magnífica vista que vivir aquí ofrece.
LA ORILLA IZQUIERDA
La Orilla Izquierda de París ha sido tradicionalmente la zona intelectual, vanguardista y más cultural de la ciudad. Es un espacio donde se ubican las universidades, las editoriales y galerías de arte más independiente. Para conocer este ambiente hay que iniciar por el Barrio Latino, en el que antaño los jóvenes acudían a aprender latín para poder ingresar en la Universidad. La Place Sainte-Michael es el sitio donde se pueden adquirir libros en mayor cantidad y a donde acuden con frecuencia los estudiantes, razón por la que está cuajada de cafés donde se vive un ambiente muy juvenil.
La Sorbona
fue, inicialmente un sitio donde los estudiantes se reunían al aire libre a discutir sobre temas teológicos. Su fundador fue Robert de Sorbon en 1253. Años más tarde, el Cardenal Richelieu apoyó la financiación de este centro, tiempo en que se construyó la Iglesia de la Sorbone en donde se conmemora al cardenal año con año el 4 de diciembre, día de su muerte. La universidad cuenta con un Anfiteatro de 2.700 asientos en donde se han llevado a cabo históricas discusiones, como la de mayo de 1968. Esta construcción cuenta en su interior con pinturas de Puvis de Chavannes que la embellecen notablemente. La universidad se ha extendido actualmente en diversas facultades que ocupan zonas aledañas.
Cercano a la Sorbona se encuentra el Pantheón, de estilo neoclásico, que alberga los restos de los héroes, políticos y literatos más notables de la nación. El funeral de Víctor Hugo fue quien marcó la pauta para este carácter secular del Pantheón; se dice que fue el funeral más imponente de la historia francesa. Aquí yacen entre otros, Voltaire y Rousseau, así como Louis Braille, inventor del alfabeto para ciegos.
Si lo que desea es un encuentro con las reminiscencias romanas y la Edad Media, puede visitar el Museo Cluny, en las orillas del Barrio Latino, donde podrá observar a la Dama del Unicornio, encontrar las mejores colecciones de arte medieval y entrar a las ruinas de algunos baños galorromanos que alberga el edificio.
El Barrio de Luxemburgo es una zona pacífica y extremadamente elegante en medio de una ciudad moderna. Los Jardines de Luxemburgo, de una belleza menos simétrica que los de Versalles o las Tullerías, permiten disfrutar de un momento de relax y de una visión tranquila sobre París. Fueron propiedad del Conde de Provence que ofrecía entrar y probar la fruta de sus huertos por una pequeña cantidad de dinero. Actualmente están a cargo del Estado y el importe de la entrada se utiliza para conservarlos. Es posible tener una comida campestre en el parque, aunque no sobre los propios jardines. Para ello es recomendable comprar algo en el mercado callejero cercano al Pantheón.
St-Germain des Prés es otro exclusivo barrio parisino del lado izquierdo que conviene visitar. Ha sido centro de vida y reunión de intelectuales de la talla de Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir. La filosofía y arte existencialistas nacieron en esta zona después de la Segunda Guerra Mundial. Es un espacio cubierto de bares, cafés y brasseries, tiendas de antigüedades, libros y moda que la hacen ruidosa, movida, intranquila, que causa la sensación de que ahí se cocina algo encantador respecto a la vida y el pensamiento. El Café de Flore, con su interior Art Deco, refugió a muchos de estos célebres intelectuales en tanto que la Brasserie Lipp, decorada con azulejos de colores, es centro de reunión de políticos actualmente. La Iglesia del barrio, del mismo nombre, es la más antigua de París; cuenta con una torre con un reloj de hace 1.000 años y en su interior descansan Descartes y el rey de Polonia.
La Ecole des Beux Arts, de gran tradición desde la etapa medieval, es un sitio más que visitar para observar la evolución que ha tenido desde su fundación. El Palais de l'Institute de France acoge a la prestigiosa academia francesa, fundada en 1635 por Richelieu. Posteriormente se incorporaron la academia de letras, de ciencias, bellas artes y ciencias morales y políticas.
El Palais Bourbon es la sede de la Asamblea Nacional. Su imponente construcción del s. XVIII es el marco de la zona de embajadas, ministerios y residencias de nobles. Está adornado por pinturas de Delacroix, sin embargo, dado su carácter político, solo es posible visitarlo solicitando permiso previamente.
El Museo de Orsay
es una soberbia construcción de Víctor Laloux, que en 1900 se diseñó como una terminal de ferrocarril. Rescatada y remozada en 1986, se convirtió en museo. Cuenta con tres niveles: en el primero, se ofrecen obras correspondientes al período de 1850 a 1900; en la segunda planta se puede apreciar una muestra del Art Nouveau decorativo del siglo XIX y principios del XX, así como una muestra de los inicios del cine; la planta superior conserva una destacada y amplia colección de la pintura impresionista y post-impresionista francesa. Entre las obras más atractivas están 'Almuerzo en la Hierba' de Manet, 'Las Puertas del Infierno de Rodín, 'Doctor Paul Gachet' de Van Gogh y 'Bailando en el Moulin de la Galette' de Renoir. Las puertas del museo están abiertas de martes a sábado de 10 a 18 h.
Un sitio que no puede perderse es el Museo Rodín, antigua residencia del artista, donde podrá observar una gran cantidad de sus obras para sentir el espíritu francés de la actualidad. El célebre 'Pensador', que transmite la constante duda del hombre ante la vida, o 'El Beso', que revela el erotismo en su expresión más pura, impregnando a los espectadores de una magia que no se disuelve con el paso del tiempo. Una riqueza más de este museo es la posibilidad de encontrarse con la obra de Camille Claudel, mujer que compartió una tormentosa relación con Auguste Rodín y de la cual apenas se conoce su obra; esto le permitirá sentir que entra en el mundo privado de esta pareja, que conoce sus secretos e imagina sus pensamientos.
Montparnasse es una zona del lado izquierdo de la ciudad que conserva un elevado nivel de vida, tanto como se puede esperar de un nombre como el que posee. Aunque Montmartre es el centro de reunión de artistas, Montparnasse ha reunido siempre a los más vanguardistas. Los sitios más atractivos de este distrito no son precisamente grandes construcciones, plazas o mercados sino sus cafeterías y bares donde personajes históricos discutieron y dieron forma a sus ideas, pensamientos y proyectos que más tarde influirían en el mundo. Por este espacio parisino desfilaron numerosos expatriados rusos y americanos como Hemingway, Gertrude Stein y Trotsky, acompañados por franceses solidarios, españoles que veían en París el centro de su desarrollo, ingleses que buscaban un refugio para atraer la inspiración y escribir, así como un sinfín de aspirantes a artistas o políticos que nunca llegaron a ser conocidos por la historia.
La mayor parte de los sitios donde esta agitada vida cultural se generó permanecen actualmente y ofrecen servicio al público. La Coupole es una brasserie que funciona desde 1927, La Closerie des Lilas era el sitio favorito de Lenin y Trotsky. Sin embargo, hay un legado popular que Montparnasse ha hecho a la tradición francesa: en 1845, en la Sala de Grande Chaumiére, nació el Cancán.
Esta zona alegre pero favorecedora del pensamiento cuenta con un cementerio que, como era de suponerse, guarda los restos de algunos de esos hombres y mujeres que en estas calles dieron a luz a sus más brillantes ideas.
La Torre Eiffel
es sin duda alguna el monumento francés más representativo en la actualidad. Fue construida por Gustave Eiffel para la Exposición Universal de 1889. Su diseño, en aquel tiempo modernista, despertó severas críticas hacia su autor, quizá porque resultaba chocante con el estilo del París del siglo XIX. Hoy en día es uno de los sitios más visitados. Cuenta con 320 m. de altura divididos en tres niveles. En el primero se puede llegar a un observatorio, a los 57 m. de altura por medio de ascensores hidráulicos o escalones. El segundo nivel cuenta con el Restaurante Julio Verne, que ofrece una vista magnifica de París a través de sus amplias ventanas de cristal. El tercer y último nivel tiene una capacidad de 800 personas y salas de observatorios con potentes lentes para inspeccionar la ciudad. Este monumento es muy visitado y es conveniente hacerse a la idea de que posiblemente haya que esperar bastante para poder subir.
Así como París ha sido el refugio histórico de las más notables expresiones del arte a través de la historia, también es, hoy en día, una ventana para mirar hacia la tecnología del presente y la ilusión del futuro. La Cité des Sciences et de l'Industrie, es el museo más moderno de esta clásica ciudad y el segundo más visitado, después del Louvre: 5 millones de visitantes por año. Aquí se pueden sentir las emociones más fuertes que no se encuentran precisamente al alcance del ciudadano común. En sus salas de simulación, es posible convertirse en el piloto de un sofisticado avión, en capitán de un moderno submarino o realizar un viaje mágico desde las entrañas de la tierra hasta el universo. La Géode es una construcción hemisférica de 1000 metros cuadrados que componen una pantalla cinematográfica a través de la cual se proyectan películas que son un verdadero homenaje a la imagen y el sonido; es, también, la construcción que identifica a este Museo Temático. ¿Y si soñara con ser un astronauta? Este es el sitio ideal para realizar su fantasía: en el Planetario de este museo es posible ver y sentir el universo tal y como lo vería un viajero del espacio. Otro atractivo es El Cinaxe, una sala móvil donde se ofrecen espectáculos que conjugan la poesía, el humor y las sensaciones fuertes. Dentro de La Cité des Sciences, existe una zona destinada a los niños: LaCité des Enfants. Esta zona, de tipo interactivo, permite a los chicos de 3 a 12 años acercarse a las maravillas de la ciencia de una manera divertida y atractiva. Dentro de este parque temático existen servicios de banco, restaurantes, tiendas y librerías. Como su nombre lo indica, es una pequeña ciudad del futuro en donde conviene pasar al menos un día entero. Las entradas pueden ser individuales o por grupos de 20 personas, en cuyo caso sería necesario hacer una reserva.
Otras atracciones para niños en la zona de París son El Jardin d'Acclimatation, parque infantil ubicado en el Bois de Bologne que cuenta con un tren en miniatura, zoológico y barca en los que se puede recorrer. El Parque Floral de París es similar al anterior, aunque está ubicado en la zona del este. Hay varios acuarios que reúnen especies inolvidables y que siempre resultan atractivos para los chicos; entre los más renombrados están el Centre de la Mer et des Eux y el Aquarium Tropical. En general las entradas a estos sitios no suelen ser elevadas y los niños siempre pagan menos que los adultos. Los horarios oscilan entre la 10 y las 18 horas.
Ideado por el oceanógrafo Jacques Costeau, el Parc Océanique está destinado a la observación de especies marítimas; la entrada es costosa ya que con ella se financia la exploración científica, sin embargo, su contenido es muy interesante para aquellos que gustan del mar.
El Museo de la Femme et Collection d'Automates es un atractivo sitio para las niñas y las personas que no han olvidado la dulzura de la infancia. Su colección de muñecas de cuerda y autómatas es puesta a funcionar cada tarde, haciendo con ello un espectáculo delicioso que remonta a aquellos tiempos en que los juegos eran más sencillos y menos visuales.
LOS ALREDEDORES DE PARÍS
Ile de France no es ninguna isla; es el nombre que se le ha dado a la zona urbana que se mezcla con París. En ella se encuentran principalmente suburbios más modernos, fruto de la concentración de la población en torno a la capital, conviviendo con la aristocracia de los viejos palacios y castillos de la etapa de los reyes.
El Palacio de Versalles, a 24 km. al oeste de París, fue el sueño de fuga de Luis XIV, el Rey Sol, que veía como París se volvía cada día más bullicioso, repleto de gente y poco atractivo para la tranquilidad. Con la idea de establecer un nuevo sitio que conservara el aire aristocrático y elitista de la tranquilidad privada, mandó construir Versalles. Su gran tamaño se debe a la necesidad de trasladar a la corte completa que, con sus damas, sirvientes, cocineros y guardias contaría alrededor de 20,000 personas. Versalles es el símbolo por excelencia de los excesos cometidos por la monarquía, del ocio, de la decadencia moral, pero es también un sitio recargado de belleza, de salas para usos específicos, de tradición e historias palaciegas que no distinguen entre la realidad y la leyenda.
Dentro de Versalles lo más visitado son El Petit Trianon, sitio donde se refugiaba Luis XVI antes de que la Revolución terminara con su reinado; la Galería des Glaces, en donde hermosos y amplios espejos son el centro de atracción; los Grands Apartements que fueron salones de estado en donde se dieron cita numerosos nobles y militares, los Petit Apartments que reflejan la vida más íntima de la familia real y el impresionante Salon Apolo, que Luis XIV dedicó al Dios del sol y en el cual se ubicaba el trono del monarca galo. La capilla y una pequeña sala oval de Opera son también muy atractivas para visitarlas. Entrar en Versalles es asomarse a un mundo irreal para la mayor parte de los mortales que está recargado de lujo, suntuosidad y belleza monárquica.
En la parte exterior, bañados de luz y ofreciendo un espectáculo de color y armonía geométrica se encuentran los famosos Jardines de Versalles. Entrar a esta zona es gratuito. Su recorrido puede ser agotador ya que se trata de 100 hectáreas de jardín diseñadas tan detalladamente que riman con el suntuoso interior del Palacio. En el verano se organizan espectáculos de luz y fuegos artificiales que hacen aparecer a Versalles como el palacio de un cuento de hadas. A pesar de ello, visitarlo en el otoño ofrece el paisaje más puro de este precioso jardín, con los colores ocres y dorados de la temporada más nostálgica del año.
El Chateau de Chantilly, hacia el norte de París es un palacio de belleza excepcional que conserva en su interior obras de Rafael, Da Vinci, Delacroix así como una exquisita colección de manuscritos de la época, (especialmente famosos son los del Duque de Berry).
Fontainebleau fue quizá el castillo más apreciado por la realeza para las temporadas de cacería; construido por Francisco I y sumamente apreciado por Napoleón. En su interior se exhibe el uniforme del famoso emperador, la cama en la que dormía y el sombrero que llevaba cuando regresó de su destierro en la isla de Elba para intentar reinstalar el imperio. Al igual que Versalles, Fontainebleau cuenta con salas dormitorio para el Rey, el salón del trono, los aposentos de la reina, en este caso conocidos como el Salón de las Seis Marías, biblioteca, ópera y un amplio espacio de imponentes jardines.
Vincennes es otra zona dedicada a la estación de caza. A las puertas de París, ofrece un patio de armas impresionante que no debe perderse. En su torre principal, albergó a célebres prisioneros como Diderot, Mirabeau y Sade.
Rambouillet fue sede de trabajo de Napoleón. Está decorada al estilo renacentista y cuenta con amplias salas de mármol que se utilizaban para ofrecer fiestas diplomáticas. Actualmente es la Residencia de los Presidentes de la República.
Toda la zona que envuelve a París está cargada de mansiones, palacios y castillos de menor tamaño que los más afamados, aunque no de menor belleza. Un recorrido tranquilo le genera al visitante esa distancia que se busca en las vacaciones, la distancia con la agitada vida moderna, al sumergirse en la vida palaciega que los franceses vivieron con intensidad.
Entre un trayecto y otro, se pueden visitar los pequeños pueblos en donde la vida se vuelve sencilla, accesible, en donde la Francia de hoy se construye. Al hacer una parada en alguno de estos poblados, se puede tener la visión de aquello que ha inspirado a tantos artistas, políticos, científicos y celebridades a elaborar obras que permanecen: un sol que baña una naturaleza fantástica, unas personas amables y sencillas, un contraste espectacular entre lo refinado y lo enteramente humano.
Lenin Ojeda
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